Adaptando la democracia al futuro




Originalmente escrito para mi aplicación al South American Business Forum 2013, unos meses antes de que supiera de la existencia del Partido de la Red. ¡Afiliate!


“El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio.”

-Winston Churchill

La democracia en la actualidad

Hoy en día la democracia* es la forma de organización social más difundida en el mundo, afectando a más de la mitad de la población mundial, debido a su fácil implementación, simplicidad y transparencia.

Esta forma de organización de pueblos no ha sufrido grandes cambios desde su creación, lo cual lleva a plantearse una pregunta: ¿Está la democracia, tal y como la conocemos hoy en día, a la altura de las necesidades de las sociedades modernas? Para contestar esta pregunta, es necesario primero reflexionar sobre cómo se está desempeñando en el presente.

Recientemente, gracias al uso de las nuevas tecnologías y redes sociales, se puso en evidencia, de forma global, las falencias que este sistema está teniendo en países como Argentina, Venezuela e incluso en los Estados Unidos, como también en varios países de Europa, donde la democracia le brindó, a través de elecciones, el cargo máximo a un partido o figura política que es rechazada por mas del 40% de la población votante.

Más precisamente en Europa, estas falencias llegaron a mostrar momentos de máxima tensión, donde multitudes han salido a la calle en forma de protesta contra las medidas que los gobernantes, previamente elegidos por la mayoría, habían tomado. España, Francia e Italia son buen ejemplo de cómo en menos de una década los pueblos pueden pasar de apoyar mayoritariamente a rechazar a un determinado partido o figura política.

En estos casos se puede observar la falta de consideración de las minorías que no se identifican con la fracción que más votos recibió y que la generación de acuerdos entre las partes no fueron lo suficientemente eficientes para garantizar un consenso inclusivo en el manejo del poder.

El apoyo de las ideas

“La gente desconoce su verdadero poder” – Autor Anónimo (Obra distribuida por internet)

Uno de los puntos fundamentales que causan la falta de acuerdos entre dirigentes es que el voto popular no apoya las ideas en sí, sino que simplemente refleja la cantidad de gente que apoya sus representantes. Así, la política se ha transformado en solo una lucha por votos, en lugar de un debate constante sobre el mejoramiento de las instituciones, tanto por parte de las mayorías, como de las minorías opositoras. Ha habido casos en donde las mayorías no solo oprimen los ideales del resto de la población, sino también sus derechos, como la libertad de culto o sexual, siendo la persecución de Alan Turing[1] uno de los ejemplos más representativos.

Son muchos los casos donde gobiernos debieron abandonar el poder luego de verse oprimidos por fuertes problemas sociales y económicos[2]. El problema surge porque en todos los casos falló el intercambio de ideas entre el poder político y la población. Esta falta de comunicación en un mundo cada día más conectado es, por lo menos, curiosa.

Para evitar ese tipo de problemas se han planteado distintas restricciones sobre las personas habilitadas a votar a lo largo de la historia[3], pero todas han fracasado, ya que violan el principal objetivo de la democracia, que es la pluralidad de voces. La raíz del problema es que solo se escuchan las voces más numerosas, mientras que el resto se hunden en un mar de indiferencia. Se olvida que las mayorías (y minorías), por más abrumadoras que sean, pueden estar equivocadas en sus decisiones.

Por otra parte, la democracia ha probado ser, la forma de gobierno que más garantiza la participación del pueblo, usando poco, pero existente, uso de la fuerza para gobernar, aunque aún así es muy difícil encontrar un ámbito de debate en el que la población pueda realmente imponer un cambio (o siquiera una propuesta). Ninguna otra forma de organización ha demostrado, en la práctica, esas cualidades, por lo que no hay argumentos suficientemente válidos como para pretender erradicarla, sino más bien adaptarla a los tiempos que corren, y eso no es ni más ni menos que con una fuerte integración con la tecnología de la información.

Validando las ideas

“El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y
autoridades creadas por esta Constitución.”.
-Constitución Argentina [1994], Artículo 22

No deben ser pocas las personas a las cuales les genera una cierta incomodidad el mencionado artículo de la Constitución Argentina. Este artículo no ha sufrido modificación alguna desde la creación de la Constitución, en 1853. Esta frase podía haber tenido sentido hace 200 años, cuando fue escrita, y hoy solo luce como un intento de la clase política para no comprometer su poder.

Hoy la humanidad tiene latente en las tecnologías que ha creado, herramientas para fomentar la participación de los pueblos en las tomas de decisiones y un nivel de educación promedio que pocos podrían haber imaginado hace unos siglos. Ejemplo de esto es la gran cantidad de foros de debate que se pueden encontrar en internet y más recientemente la implementación de crowdsourcing para resolver distintos problemas o realizar tareas.

La ejecución de las ideas

“La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes.”

-Charles Bukowski

Para lograr esta participación, podría imitarse el modelo que han estado usando durante años las comunidades de software libre, donde todas las ideas y ramificaciones de proyectos son debatidas por comunidades de desarrolladores, donde las responsabilidades solo son asignadas para realizar tareas puntuales y luego se derogan. De esta forma se han realizado proyectos de magnitudes impresionantes**, generando programas de calidad que son utilizados por millones de usuarios, de forma directa o no, todos los días.

Por supuesto que estos métodos no serán fáciles de implementar, de hecho, se debe generar mucho debate para poder hacerlos realidad, que es lo que el mismo concepto promueve. De todas formas, una de las mejores inversiones que los estados deberían asumir es la generación de formas de concientizar inmediatamente a los ciudadanos sobre la diferencia que podrían generar participando activamente en la toma de decisiones y no solo validando figuras políticas en las urnas cada unos cuantos años.

Más allá de las tecnologías que se puedan plantear, el punto más importante es fomentar la participación política de las masas, pidiéndole a los ciudadanos mucho más que votos. Los sistemas representativos tampoco deben ser reemplazados inmediatamente, pero esa representación, al menos en el corto plazo, debe estar constantemente planteando sus proyectos de forma pública y pedir por opinión a las masas.

Mirando hacia el futuro

La democracia debe ser basada en objetivos, que a su vez deben ser ejecutados discutiendo ideas, no en personas. Este cambio de concepto puede generar mejoras significativas en los próximos años, y para ser fieles a los conceptos aquí expuestos, deberían implementarse buscando el consenso.

Si bien muchos individuos carecen de tiempo o medios para involucrase en las decisiones que se tomen en su territorio es importante hacer entender que todo lo que pasa es, en mayor o menor medida, responsabilidad de todos. Y como paso intermedio, antes de plantearse una reforma, debe garantizarse el libre acceso a la información en todos los campos que involucren a los estados para que, al menos, el acto de votar no sea un acto a ciegas.

Es todavía muy complejo el debate sobre las boletas y urnas electrónicas, y si bien debe resolverse en el corto plazo, enfocarse exclusivamente en eso es entender solo la mitad del problema, y no atacar la parte más importante y fácil de resolver, que es la distribución del conocimiento, la única y verdadera fuente de libertad.

No hay dudas que la clave para un futuro mejor, está en un mejor uso de la política, y solo se concebirá una mejor política cuando las multitudes empiece a prestarle la atención que se merece y se erradique la indiferencia.

Es un cambio que va a llevar décadas. La historia nos dice que le llevó siglos a la humanidad crear la democracia y no invita a ser optimista en pensar que un cambio pueda ser rápido, todavía hay un camino largo por recorrer. Con todas las herramientas que la humanidad hoy tiene a disposición solo resta, mediante largos debates, empezar un cambio sin entrar en riesgos mayores o conflictos de intereses y dejar en evidencia a los que ponen sus objetivos personales por sobre los colectivos.

Notas finales

Este ensayo puede parecer de carácter utópico, pero no fue escrito con ese propósito, si no, en tratar de transmitir, desde el punto de vista del autor, una de las más importantes problemáticas de los sistemas de gobierno actuales, tratando de hacer una contribución para que la humanidad pueda consolidarse hacia un sistema realmente justo.

Gracias a Federico Villedary por leer borradores de este ensayo.

* En este texto se considerará democracia por su aplicación práctica actual y no por su definición teórica, que puede resumirse como “Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno” según la Real Academia Española.
** Como fuente se cita a la enciclopedia libre, Wikipedia, que es también, obra del crowdsourcing.

[1] Alan Turing. El hombre que sabía demasiado, David Leavitt, 2007, Antoni Bosch Ediciones.

[2] Argentina, la destrucción de una nación, de Angel Jozami, 2003 Editorial Mondadori.

[3] Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, Capítulo XXIII, Juan Bautista Alberdi, 1852.