Este vuelo fue el tramo final de un viaje a Santiago de Chile desde Buenos Aires (Aeroparque). Luego de recorrer el nuevo aeropuerto y declarar mis objetos en la oficina del país del aeropuerto me dispuse a embarcar. El trafico internacional del aeropuerto es reducido por lo que las salas de embarque, migración y seguridad del cierran hasta un par de horas antes de que suban los pasajeros, por lo que hay que esperar afuera y no es recomendable ir con mucho tiempo de anticipación (y encima no andaban los enchufes).
El aeropuerto tiene un solo puesto de seguridad y cuatro de migraciones, pero íbamos bastante rápido y no hubo ninguna demora para nadie. La sala de embarque estaba con gente esperando el vuelo que yo tomaba y algunos para el siguiente vuelo a Santiago que salía 50 minutos después. El lugar daba a basto bastante cómodo, lamentablemente me olvidé de sacar una foto.
Embarcamos y al lado teníamos al LV-GKU con el livery nuevo de Aerolíneas Argentinas
El avión es un A320 de LATAM Chile, que lamentablemente no pude anotar la matrícula, el espacio para las piernas es bueno.
Ya estábamos por ir a la pista y así se veía la reformada terminal de Mendoza
Grabé el despegue:
El avión encara directamente para el sur para tomar altura y “pegar el salto”. Es un vuelo muy corto (masomenos media hora en el aire), donde la señal de cinturones estuvo siempre prendida: o el avión subía, o bajaba o había turbulencia por cruzar la cordillera. No hay servicio ya que no hay tiempo.
La cordillera hermosa como siempre. Como dato curioso el capitán le dijo a los pasajeros que disfrutaran la vista, especialmente los que estaban del lado derecho (mirando hacia la cabina), ya que podían ver el Aconcagua. Así que ya saben, si tomen este vuelo, saquen siempre ventanilla a la derecha y lleven las cámaras 😉
La ocupación del vuelo estaba en un 80% estimo y el capitan retó a un par por estar parados cuando empezó el proceso de aterrizaje. Casi todo el vuelo la tripulación informaba que no recomendaba pararse.
Así fue el descenso:
Rapidito aterrizamos en Santiago en posición remota y al lado nuestro teníamos a un Beoing 747 “reina de de los cielos” carguero de KML al lado.Nos pasó a buscar el micro que tardo bastante en llevarnos a la terminal, aunque es un lindo paseo viendo de cerca varios 787 de LATAM, un A340 de Iberia, el 777 de AirCanada y un 747 de Quantas.
Cuando llegamos a la terminal la puerta estaba cerrada y esperamos 10 minutos para que la abran. Una vez adentro la fila estaba… complicada. Aunque puede ser que haya habido poco personal por ser 24 de Diciembre.Demoró casi el doble el tramite de inmigraciones que el vuelo en si. Al atenderme la agente me pidió el pasaporte y el formulario para llenar en el avión, me selló el pasaporte y me devolvió el formulario (luego hay que entregarlo en aduana) y me dio un ticket que no hay que perderlo, ya que se lo necesita para salir de Chile. Luego de eso fue caminar para retirar la valija, donde yo pasé sin mediar palabra alguna, aunque vi que los agentes hicieron tirar algunas frutas a otros pasajeros.
Y así empezaban diez días de vacaciones en Chile junto con amigos trasandinos.